ESCENARIO. El primer paso para modernizar el mercado laboral

Un giro impensado y muy impactante, dio esta semana el gremio de los empleados de comercio, que comanda el histórico dirigente Armando Cavallieri, un cambio de gran impacto que se aplicaría sobre el convenio colectivo de trabajo. El “Gordo” de la CGT se cortó solo y le anticipó al gobierno nacional que aceptará incorporar en el CCT desde enero, la opción de indemnización por despido que propone la ley ómnibus, “a lo UOCRA”: un mecanismo mediante el cual el empleador aporta un porcentaje por mes (5 a 8%) a un fondo de despido al momento de contratar un nuevo trabajador, que se utilizaría luego como única indemnización si cesa la relación laboral. Se terminaría así la industria del juicio que puede hacer quebrar una pequeña o mediana empresa o comercio.

 

Cavallieri lo usó como moneda de cambio, asustado porque la ley que se discute en el Congreso Nacional, prevé eliminar el aporte “solidario” a los gremios por cada trabajar bajo convenio. Por lo general es el 2% que el empleador paga al sindicato por tener gente bajo el régimen respectivo, estén o no afiliados. Un pago “porque sí”, que encarece la relación laboral y traba las incorporaciones al empleo formal.

 

Cavallieri dijo que si ese porcentaje se elimina, el gremio -que tiene en el país más de un millón doscientos mil afiliados-, quebraría. Para negociar, propuso modificar el convenio colectivo, nada menos, e incorporar el nuevo esquema indemnizatorio por despido. Esto causó gran impacto en las sedes gremiales de todo el país, más de 300 en comercio, incluida la AGEC de Río Tercero.

 

José “Pepe” Orlandi, el secretario general en Río Tercero, dijo que se buscó negociar “el mal menor” para los trabajadores. Se olvida que es “lo mejor” tanto para empleados como para empleadores. Porque habrá más oferta laboral en blanco, y dará más facilidad a los empresarios y comerciantes para ajustar sus balances ante los imponderables, como la baja de ventas, etc. No es cierto que los empleadores quieran alegremente desprenderse de los buenos trabajadores, a los que ha capacitado y entrenado. Pero en ciertos escenarios no queda otro camino.

 

No se trata de una precarización laboral, sino de un avance para lograr más trabajo y más rotación. Es saludable que cierto sindicalismo lo entienda así, aunque a regañadientes. El mismo Orlandi, en declaraciones radiales, lo admite al señalar que la reforma laboral se analiza desde hace mucho tiempo, aunque ejecutarla de de este modo -es decir con una ley muy amplia o por decreto- no sería la forma más correcta de llevarla adelante.

 

El gremio de comercio tuvo la iniciativa, se espera ahora que el resto se de cuenta que es la salida para modernizar el mercado laboral.