
El aumento de los costos, en todas las actividades, nos afecta a la gran mayoría. No hay actividad que escape a ese problema. A tal punto que algunas actividades pueden volverse inviables. Los taxistas y remiseros saben de eso. El Informante de esta semana es un conocido trabajador del volante.
Cronista: Dígame, con lo ve con el aumento de los costos en general.
Informante: Mal, como a todos. Cada viaje que uno hace es una bendición, pero son cada vez menos porque la gente no los puede pagar.
C: ¿Se maneja con la tarifa oficial?
I: Sí, obviamente. No podemos cobrar más ni menos. Para eso esta el reloj que mide el recorrido.
C: ¿Cuánto sale un viaje promedio?
I: Depende de la cantidad de cuadras, pero supongamos uno de 20 cuadras, que es lo que se puede justificar más o menos, hablamos de unos 2.500 pesos y es más caro con la tarifa nocturna.
C: Imposible para el bolsillo de un trabajador o un jubilado.
I: Qué le parece. Y para nosotros es un monto bajo. De ahí hay que sacar los costos, que es un porcentaje importante.
C: Combustible, el pago diario a la empresa...
I: Sí, pero también se debe amortizar el mantenimiento: cubiertas, service, cambio de correa de distribución.
C: Ni hablemos si hay una avería no prevista.
I: Y... directamente paramos el auto.
C: ¿Qué costos estamos hablando?
I: Depende el auto y el modelo, pero un cambio de aceite y filtro puede estar arriba de los 100 mil pesos. Un cambio de correa de distribución alrededor de los 350 mil pesos, con repuesto y mano de obra. Cambio de neumáticos, depende la marca y la medida, pero salen desde 150 mil pesos cada goma, y se le suma el alineado y balanceado.
C: Un locura.
I: Claro, cuánto deberíamos cobrar el viaje. Y nadie tomaría un remises. Además, a diferencia del colectivo urbano, no tenemos subsidios y ellos compiten de una manera desleal con un boleto bajísimo. No es el mismo servicio, claro, pero hay una asimetría muy importante.