ESCENARIO. Menem, el “prócer” de la corrupción y enemigo de Río Tercero

La incorporación de un retrato del expresidente Carlos Menem en el renombrado “salón de los próceres” de la Casa Rosada, pasó casi desapercibido. Solamente algunos pocos riotercerenses reaccionaron ante semejante desacierto, recordando lo que Menem implica para la historia reciente de nuestra ciudad. Este personaje fue el autor intelectual del atentado que sufrió la Fábrica Militar el 3 de noviembre de 1995. Falleció impune porque fue acusado judicialmente por el estrago ocasionado, pero nunca juzgado. Su muerte se produjo a las pocas semanas del inicio del juicio oral en los Tribunales Federales de la ciudad de Córdoba.

 

Menem no tiene estatura de prócer, y de ningún modo puede ser comparado con San Martín, Belgrano, Rosas, Urquiza, Alberdi, Sarmiento o Roca, por citar solo algunos de los que hicieron grande la Patria argentina.

 

Su Presidencia estuvo marcada por grandes transformaciones y singulares escándalos de corrupción, como el contrabando de armas y municiones de guerra al exterior y el atentado de Río Tercero, entre otros.

 

El presidente Javier Milei se identifica con la gestión económica y política de la era menemista. De allí surge la decisión de su hermana Karina, secretaria General de la Presidencia, de eliminar el salón de las mujeres para convertirlo en el salón de los próceres argentinos. Al margen de la provocación que el cambio significó por haberse anunciado justo en el Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo, Menem debe ser “juzgado por la historia”.

 

Río Tercero ya lo hizo. Años atrás el Municipio lo declaró persona no grata, y decretó que ningún monumento, estatua, calle o barrio, llevaría jamás su nombre. 

 

Menem fue el artífice de las explosiones provocadas de manera intencional en la Fábrica Militar el 3 de noviembre de 1995. Ordenó el atentado para eliminar las pruebas y evidencias que la Fábrica escondía sobre la venta ilegal de armamentos a Croacia y Ecuador, cuando ambos estados transitaban una guerra. Croacia en el conflicto de Los Balcanes, y Ecuador contra Perú por un diferendo limítrofe. Un embargo internacional prohibía tales operaciones comerciales, pero nuestro país lo hizo de todos modos, apelando a un oscuro mecanismo corrupto, y utilizando las estructuras del Estado para ello.

 

Cuando todo salió a la luz gracias a denuncias judiciales y el escándalo se agigantó, la Fábrica, que había sido el centro de operaciones, acopio, y reacondicionamiento del armamento contrabandeado, estalló en mil pedazos. Y con ella la ciudad. Solo fueron condenados a penas de cárcel cinco militares responsables jerárquicos de la entonces Dirección General de Fabricaciones Militares, pero el turno de Menem nunca llegó, protegido siempre por sus fueros de senador nacional, y al último, por su propia muerte.