
El diálogo entre un padre y el cronista, vale la pena ser publicado, porque refleja el dramatismo de muchas familias ante el aumento de la cuota del colegio privado.
Cronista: Lo veo preocupado.
Informante: No es para menos.
C: ¿Qué le pasa?
I: Acabo de leer la notificación sobre el aumento de la cuota del colegio de mis hijos. Escuela privada y es una locura. Impagable.
C: Sin entrar en detalles, ¿es un monto grande?
I: Casi dos salarios MVM. Es una de las escuelas más caras y de mejor calidad educativa de la ciudad.
C: Un gran dilema.
I: Sí, es un dilema porque los chicos deben seguir estudiando. Eso no se debate por supuesto. Y no hay alternativas.
C: No hay opciones claro. Las escuelas privadas están colapsadas y la educación pública, ni hablar de su calidad.
I: Es todo una vergüenza. Dentro de la educación privada hay un poco de todo. Y las escuelas públicas, fundamentalmente las secundarias, el nivel no es bueno, está lleno de horas libres, y encima adoctrinan. No podemos cometer el error de “bajar” de la educación privada a la pública. Lo que pasa es que muchas familias no tienen alternativas.
C: Si es que encuentran bancos.
I: Claro. A esta altura del año es imposible hacer un pase y conseguir un banco. Las escuelas públicas están abarrotadas. ¿Entonces qué hacemos; nos quedamos sin clases para las familias que no pueden pagar la cuota?
C: Y no hay mecanismos de contención.
I: Y no. No hay un sistema de becas en las escuelas. Ni tampoco hay aportes privados de empresas que puedan ayudar. A modo de sponsor con donaciones pueden hacerlo, como pasa en Estados Unidos con las universidades. Pero estamos muy lejos de eso. No hay compromiso con la educación.