
Son despidos encubiertos”, dice un dirigente de la filial local de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), sobre el plan de retiros voluntarios que la Nación dispuso sobre la empresa Fabricaciones Militares. ¿Despidos encubiertos? No, nada más alejado de la realidad. Si las desvinculaciones son voluntarias, no hay despidos. Son acuerdos entre las partes que se supone les conviene a ambas. Lo que ocurre es que los gremios se empeñan en buscarle “la quinta pata al gato”, ensayar quejas enérgicas, oponerse a todo, y plantear medidas de acción directa, en lugar de proponer y buscar soluciones en un contexto de necesario e inevitable ajuste del Estado.
Ante el anuncio del Programa de Egreso Voluntario de la Compañía y el presunto incumplimiento en la vigencia de un nuevo convenio colectivo de trabajo, el sindicato impulso el quite de colaboración. Una figura de protesta que hará profundizar el conflicto y acelerar -probablemente- el achique de personal que con todo derecho la nueva gestión de Fabricaciones Militares prepara para eficientizar las plantas de producción, en el marco también de su casi segura transformación en Sociedad Anónima, lo que permitirá la incorporación de capitales privados.
A eso también se opone ATE, cuando está legalmente estipulado en el decreto de necesidad y urgencia de la Presidencia.
La figura de SA, en lugar de la actual de Sociedad del Estado, es una saludable salida para este tipo de empresas que no estarán sujetas a privatización, al menos por ahora. Permitirá ampliar la gama de negocios y con menos personal; ser más eficaz.
Menos gremio, más empresa
Sin embargo, algún cambio jurídico deberá coexistir a la par, para achicar la influencia gremial, o al menos acotarla, en función de lo negativo que es el reconocimiento de decenas y decenas de delegados gremiales en una plantilla de personal que no supera los 400 operarios. En ninguna empresa privada de similar envergadura ocurre esto. Sólo en un Estado descontrolado y sobredimensionado puede pasar que el sindicato confunda su rol y se atribuya facultades de management empresario.
“Estamos con incertidumbre”; “No vamos a permitir el desguace de la empresa”; “Tememos que con los retiros voluntarios se vaya mano de obra calificada al sector privado”. Algunas de las frases emitidas por representantes sindicales no tienen asidero alguno, sobrepasan sus funciones.
En las últimas y únicas declaraciones periodísticas que formuló el nuevo director, reveló que la intención es que la fábrica vuelva a producir armamentos de guerra. Es una buena noticia para fomentar la exportación. No hay que tenerle miedo a la venta de armas porque se tratar de un producto más que ayudaría al ingreso de dólares al país. Debemos dejar atrás de una vez por todas los preconceptos, y las malas experiencias que tuvimos con el contrabando de los años ‘90 y la tragedia de las explosiones. La exportación lícita, en un mundo cada más conflictivo, no tiene nada de malo. Además, Fabricaciones Militares está en condiciones de producir insumos para las fuerzas de seguridad: balas y pistolas 9 mm.
En resumen, debemos abandonar posiciones intransigentes, respetar las decisiones gubernamentales que están legítimamente respaldadas en todo el país y particularmente en Río Tercero con el 75 por ciento de los votos a favor, y dejar de mirar hacia el pasado.