
La secretaria General del sindicato de los empleados municipales dijo que le tocó atravesar una etapa muy dura por la pandemia y la crisis económica. Aún así aseguró que deja un gremio saneado, que se alimenta con fondos estatales
Después de varios años al frente del sindicato y sucediendo al histórico Héctor Guidolbaldi, la secretaria General del SUOEM de Río Tercero, Nelki Piatti, deja su cargo. Lo hace al haber finalizado un mandato. Le entregará la posta a la nueva secretaria General electa, Florencia Bossa, hija del fallecido ex intendente Abel Sebastián Bossa.
Piatti, conocedora como nadie de la burocracia municipal, manejará el gremio hasta el martes, cuando deba entregar su sillón.
En su despedida ante algunos medios como secretaria General, Piatti habló de lo que siempre hablan los gremialistas: el nivel salarial. Como si no existiera otro tipo de reclamo tan o más importante.
Ahí están quienes dicen representar a los trabajadores, “defendiendo” el ingreso de los mismos sin tener en cuenta de dónde sale la plata. Pero no nos vayamos tan lejos. El SUOEM no es un sindicato privado. Los aportes que recibe son del Estado, es decir provenientes de los impuestos. Es decir, dinero de los contriuyentes. Dicho esto, sería muy importante que alguna vez se analizara incorporar normas de control sobre los recursos que aporta el Municipio, a través del Tribunal de Cuentas.
Pero volvamos a Piatti y su caballito de batalla salarial. Dijo que se va satisfecha a pesar de haber atravesado una gestión complicada por la pandemia, pero con un sabor amargo porque los sueldos quedan aún muy por debajo de la inflación. Es verdad. Los ajustes salariales del sector público -que pagamos todos- no acompañan la inflación y está correcto, porque el esfuerzo debemos hacerlo entre todos. El sector privado lo sabe y lo comprende. También debe hacerlo el estamento público, que está para servir a los ciudadanos.
Piatti entonces supera una etapa en el SUOEM local. En una entrevista señaló que le “costó mucho remontar el barrilete”, al haber asumido en condiciones adversas cuatro años atrás. “No me tocó la mejor época y luego vino una debacle en la economía que cada vez fue peor. Hice lo mejor que pude. Dí lo mejor”, se sinceró.
A renglón seguido indicó que deja un gremio con las arcas saneadas, “con algo de dinero, con unos terrenos que compramos para hacer un complejo (recreativo) para un quincho, canchas, y pileta para nuestros afiliados. Es un logro, porque en estas épocas tan difíciles, comprar un terreno de más de 1.200 metros, no es fácil”, ponderó. Pero sí sería fácil, teniendo en cuenta los millonarios aportes que realizan los municipios para mantener este tipo de estructuras gremiales. Un sistema que debe cambiar; pero esa es otra discusión.