ESCENARIO. El dengue evidenció fallas en la prevención de la Salud pública

El dengue golpea fuerte en Argentina. Son miles de casos y decenas los fallecidos, por una enfermedad considerada de “países tropicales”. Hasta esta semana se registraron más de 180 mil casos y 129 muertos en todo el territorio nacional. Casi el doble que el año pasado. En tanto, 398 fueron clasificados como “dengue grave”. El vector es el mosquito hembra del tipo aedes aeyipti, que prolifera en agua estancada.

 

Las condiciones climáticas propicias de los últimos meses, con lluvias, calor y elevada humedad, han sido campo fértil para su reproducción. Las únicas maneras de frenarlo es evitando que se multiplique y no permitiendo las picaduras usando repelentes, insecticidas y fumigando. 

 

El gran problema es que la enfermedad tiene varios niveles de afección en las personas, desde fiebre y dolores, hasta hemorragias en los casos más severos y mortales. Hay debate sobre si la vacunación es aconsejable y en que estadío de la epidemia. 

 

Así las cosas, Río Tercero vive también una gran expansión del dengue, hasta ahora y afortunadamente sin registros de gravedad. Las consultas han logrado colapsar el sistema de salud público, tanto municipal como provincial. En el hospital público se registraron, durante el fin de semana pasado, 350 casos febriles y más de 1.500 consultas a través de la guardia médica, además de cuatro internaciones. A esto se le suma la concurrencia de personas al primer nivel sanitario que ofrecen las salas asistenciales municipales de los barrios.

 

Sin casos graves
En diálogo con una radio, la directora del Hospital Brigadier Juan Bautista Bustos, dijo sin embargo que en el 90% de los casos, la patología es “banal”, que se puede consultar primero en las salitas y con el médico de cabecera, y concurrir al Hospital si hay síntomas más graves, de alarma. La mayoría de los casos se da en pacientes jóvenes y niños. En la región, los países más afectados son Argentina, Brasil y Paraguay. 

 

Es claro entonces que la falla estuvo en la prevención. La epidemia no fue anticipada y no se realizó a tiempo la tarea de concientización de la población. Se comenzó muy tarde con las recomendaciones para descacharrar los hogares, y la fumigación tuvo poco o nulo efecto. Sobre la vacunación -no incluida en el calendario obligatorio- no hubo ni hay una información clara. Sólo se indicó desde el Ministerio de Salud de la Nación, que “la vacuna aún está en proceso de prueba y en estudios preliminares para garantizar su efectividad, según el rango etario y las regiones endémicas”. 

 

El escenario que atraviesa la ciudad, la provincia y la Argentina, debe ponernos en alerta a fin de reclamar un mejor y más eficaz trabajo preventivo. De eso se trata también la salud pública. Diríamos, para ir más allá con el razonamiento, que prevenir es la esencia de la salud pública del estados. Cuando salgamos de la emergencia, que se dará ante la llegada inexorable del tiempo frío que hará desaparecer el mosquito, se deberá repensar la estrategia en la salud pública -de todos los niveles y gobiernos- para la próxima temporada, para que no volvamos a tener un panorama epidemiológico tan grave